Rumbo al Anticristo, El Vaticano aboga por un gobierno mundial

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El Pontificio Consejo de la Justicia y de la Paz apuntó que la propuesta difundida el lunes no sede ser vista como un documento papal.
Entre sus responsabilidades estaría promover sistemas monetarios basados en mercados libres

CIUDAD DEL VATICANO – El Vaticano propuso el establecimiento de un gobierno mundial capaz de coordinar acciones políticas consensuadas como alternativa para estabilizar la economía, en plena crisis a causa de los excesos del neoliberalismo.
Estas declaraciones fueron incluidas en una nota oficial del Pontificio Consejo de la Justicia y de la Paz titulada “Por una reforma del sistema financiero y monetario internacional en la prospectiva de una autoridad pública de competencia universal”.
El texto -difundido en italiano, francés, español e inglés- destacó la necesidad del establecer una “autoridad política mundial” que supere las lógicas reduccionistas de los actuales mecanismos de coordinación como el Grupo de los Ocho (G-8) o el Grupo de los Veinte (G-20), vistos más como “clubes de amigos”.
Urge una reforma
La Santa Sede se pronunció a favor del establecimiento de impuestos a las transacciones financieras, conocidos coloquialmente como “tasas Robin Hood”, y aprobó la recapitalización de los bancos incluso con capitales públicos, condicionados siempre a “prácticas virtuosas”.
Además constató la exigencia de un organismo que desarrolle las funciones de una especie de “banco central mundial” que regule el flujo y el sistema de los intercambios monetarios, con el mismo criterio que los bancos centrales nacionales.
En un libreto de 40 páginas el organismo vaticano dejó en claro la necesidad de reformar las actuales instituciones internacionales, desde la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hasta el Fondo Monetario Internacional.
Bien común universal
“Resulta cada vez más evidente la creciente interdependencia entre los Estados y las regiones del mundo, y la necesidad de respuestas, no sólo sectoriales y aisladas, sino sistemáticas e integradas, orientadas hacia el bien común universal”, indicó.
“Si no se sigue ese camino, también el derecho internacional, no obstante los grandes progresos alcanzados en los diversos campos, correría el riesgo de estar condicionado por los equilibrios de poder entre los más fuertes”, agregó.
Según la propuesta dicha autoridad pública debería tener las estructuras adecuadas para convertirse en un contrapeso al egoísmo que promueven mercados financieros de carácter prevalentemente especulativo, perjudiciales para la “economía real”, especialmente de los países más débiles.
Mercados libres
Entre sus responsabilidades estaría la de promover sistemas monetarios basados en mercados libres y estables que promuevan al desarrollo sostenible, el progreso social de todos, se inspiren en los valores de la caridad y de la verdad.
“Una autoridad con un horizonte planetario, que no puede ser impuesta por la fuerza, sino que debería ser la expresión de un acuerdo libre y compartido, más allá de las exigencias permanentes e históricas del bien común mundial, y no fruto de coerciones o de violencias”, dijo.
“La autoridad mundial debería, pues, involucrar coherentemente a todos los pueblos en una colaboración a la que están llamados a contribuir con el patrimonio de sus propias virtudes y civilizaciones”, añadió.
Elegido por consenso
La nota, que no debe ser considerada como un “documento papal” sino sólo como la contribución de un organismo vaticano, precisó que ese nuevo gobierno debe ser resultado de un consenso que involucre a todas las naciones de la tierra.
Estableció que se trataría de una institución “súper partes”, es decir ubicada por encima de toda visión parcial y de todo bien particular, en vistas a la realización del bien común.
Advirtió que sus decisiones no podrán ser el resultado del pre-poder de los países más desarrollados sobre los países más débiles, deberán responder al interés de todos y no sólo en ventaja de algunos grupos privados o gobiernos nacionales.
Al amparo de la ONU
El documento indicó a las mismas Naciones Unidas, en razón de la amplitud mundial de sus responsabilidades, como el punto de referencia para el “largo camino” que requerirá la constitución de dicha autoridad.
“En un mundo en vías de una rápida globalización, remitirse a una Autoridad mundial llega a ser el único horizonte compatible con las nuevas realidades de nuestro tiempo y con las necesidades de la especie humana”, apuntó.
“No ha de ser olvidado, sin embargo, que este paso, dada la naturaleza herida de los seres humanos, no se realizará sin angustias y sufrimientos”, constató.
Fuente: Univisión

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