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David Ricca nació en
New Jersey hace 37 años. Estudió Finanzas y se convirtió en experto en
movimientos de la Bolsa de Valores. Todo parecía ir bien en su vida.
El 11 de setiembre de 2001, como cada mañana, Ricca llegó puntualmente a
las 8 a su trabajo en las oficinas de la compañía Morgan Stanley,
ubicadas en el piso 73 de una de las famosas Torres Gemelas, en el
corazón de Manhattan.
“Estaba leyendo los diarios para ver el movimiento de la bolsa de
valores. De repente escuchamos un ruido, las luces se apagaron y
volvieron a encenderse, entonces pensé que se trataba del aire
acondicionado o algo similar. Un minuto después, una persona que
trabajaba en una oficina contigua, cuyas ventanas daban al otro edificio
–Torre I-, apareció gritando, diciendo que saliéramos rápido”. Así
comienza su relato David Ricca en una entrevista para Protestante
Digital, realizada en Nueva York.
Ante los gritos de su compañero de trabajo, David miró hacia la ventana
que estaba a su derecha y vio un montón de papeles volando, como si
alguien los hubiera arrojado desde más arriba; luego corrió hacia las
escaleras. “Llevaba varios años trabajando allí y otras veces ya
habíamos tenido que bajar a causa de alguna alarma”, comenta.
“Alguien mencionó que una aeronave había impactado en la otra torre y
pensamos que tal vez se trataba de un pequeño avión que pegó sin querer
en el edificio. Comentábamos estas cosas mientras bajábamos”. Iba por el
piso treinta y pico cuando impactó el segundo avión. “Escuché el ruido
más fuerte de mi vida. El edificio se sacudió y caímos todos al piso. La
torre oscilaba y hacía un ruido que nunca olvidaré”.
CLAMAR A DIOS
David conocía acerca de Dios, pero su vida no estaba alineada con una fe
cristiana sólida. “En ese momento todos estábamos llenos de pánico y
llorábamos. Yo pensé que iba a morir y le pedí a Dios que por favor me
dejara ver a mis padres otra vez. ´No me dejes morir aquí adentro´, le
dije mientras continuábamos bajando, aterrorizados, los 30 pisos que
faltaban”. Sus padres, argentinos que viven en Estados Unidos desde hace
40 años, son cristianos. Al llegar a la calle, pudieron ver los restos
de la tragedia que se desarrollaba ante sus ojos. “Entre los dos
edificios había una plaza donde nos sentábamos a la hora del lunch.
Parecía que había habido una guerra allí… Mientras observábamos eso,
podíamos escuchar el ruido de los cuerpos de las personas que se
arrojaban desde las ventanas”.
David encontró a un amigo y lloraron abrazados. Luego comenzaron a
caminar. “Cuando estábamos a unos 300 metros, nuestro edificio se
derrumbó. Llegamos al Brooklyn Bridge y estábamos tan asustados que
pensamos en tirarnos al rio por si explotaba el puente”, comenta. Había
policías en la zona y nadie dijo que pudiera explotar el puente, por lo
tanto lo cruzaron y caminaron 5 km más hasta llegar a la casa del amigo.
“No podía comunicarme con mi familia que estaba en New Jersey; no había
comunicación fuera de Manhattan. Recién a las 8 pm pude hablar y mi
hermano dijo: ´David, tu voz se escucha más hermosa que nunca´”.
SÍNDROME POST TRAUMÁTICO
Es posible imaginar la desesperación de esta familia que durante todo el
día estuvo sin tener noticias de su hijo, así como la enorme alegría al
escuchar la voz del joven. Él, como los demás sobrevivientes del
atentado, debió recibir tratamiento prolongado -5 años- a causa del
síndrome post traumático (PTSD por sus siglas en inglés). Sentía pánico
ante cualquier ruido, sin embargo pocos días después de la catástrofe ya
estaba trabajando en una nueva oficina que alquiló la empresa.
“Parecíamos zombis –recuerda- Yo trabajaba muy bien, producía dinero,
pero viví como un zombi”. Para no quedar atrapado en el terror comenzó a
beber y luego siguió con drogas. “Quería olvidarme de todo. Antes del
9/11 yo jugaba futbol, me reía mucho, era muy feliz. Luego nada me
motivaba, solo quería trabajar y en la noche ir a fiestas, beber y
drogarme para olvidar”.
Al cabo de 5 años de tratamiento psicológico y de este ritmo de vida,
David comenzó a pensar sobre lo que estaba haciendo. “Mis padres me
preguntaban qué había pasado con el David que ellos conocían. Un día fui
a la casa de mi madre -que es una persona que ama Dios y ora mucho- y
dejé el coche en mitad de la calle. Estaba borracho, ni siquiera
recuerdo por qué fui a su casa. Cuando desperté, ella estaba orando y
llorando como nunca la había escuchado, y le decía a Dios: ´Por favor,
ayuda a mi hijo´. Eso me impactó tanto que le dije: ´Mamá, yo necesito
ayuda, vamos a buscar ayuda´”.
DIOS LE ESPERABA EN TEEN CHALLENGE
Buscando programas de rehabilitación, David postuló para varios que
ofrecen 28 días de tratamiento y cuesta 30 mil dólares, pero el seguro
no aceptó ninguno de ellos. Sus padres conocían Teen Challenge –programa
de rehabilitación cristiano fundado por David Wilkerson- y finalmente
acudieron allí. “Me aceptaron y envié por fax la renuncia a mi trabajo.
Ellos dijeron que estaba loco”. Esta respuesta es lógica si se considera
que Ricca era un trabajador eficiente, tenía una cartera de 300
clientes y manejaba más de 70 millones de dólares de estos clientes en
la bolsa de valores.
La experiencia en el centro Teen Challenge en New Jersey no fue fácil.
“Los dos primeros meses fueron muy difíciles para mí, lloraba mucho, no
sabía lo que me pasaba, pero tres o cuatro meses después le clamé a Dios
y le pedí que por favor regresara mi alegría. Allí comencé a reír con
los muchachos. Durante esta primera etapa, cada vez que tenía deseos de
irme del programa me decía a mí mismo: ´vine a esto y lo voy terminar´.
Me gradué a los 15 meses y comencé a preguntarme qué hacer. Decidí
volver a estudiar e ingresé a un Master en Psicología porque quería
comprender qué me había pasado. No pude terminar los estudios porque
debía trabajar, pero tengo intención de retomarlos pronto”.
MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Ricca ingresó en la cadena CBS en Manhatan, siguiendo en contacto con
Teen Challenge, especialmente con el pastor Rodney Hart, director de la
región de New England (que involucra 7 estados, con 14 centros de
rehabilitación) y Puerto Rico. “Yo hacía algunos trabajos para el
ministerio, siempre como voluntario en el área de Relaciones Públicas y
Medios. Pero seguía pensando qué hacer con mi vida; quería tener una
vida con propósito”, expresa.
Cuando recibió una oferta de trabajo por más de 70 mil dólares anuales
en una compañía de finanzas, llegó el momento de la decisión. “Me dije:
´Voy a trabajar por dinero y no voy a ser feliz, voy a volver a la misma
vida de antes´”. Buscó el consejo del pastor Hart y él le hizo una
oferta de trabajo.
VIDA CON PROPÓSITO
Hoy David Ricca es un hombre lleno de proyectos. Hace 7 años que se
graduó en Teen Challenge y le gusta estar en contacto con quienes están
el programa. “Conozco por lo que están pasando y me gusta animarlos,
ayudarlos para que no abandonen en la etapa de rehabilitación”, afirma.
En su vida no falta estrés, pero ahora sabe manejarlo. “Todos tenemos
estrés y para sobrellevarlo me mantengo en comunión con Dios y con los
hermanos, con los pastores. Ya sé que el dinero no me lleva a nada que
me satisfaga plenamente”, dice con convicción. “Creo que estoy sanado de
PTSD, aunque los ruidos fuertes aun me sobresaltan un poco, pero estoy
viviendo en un lugar en el que soy feliz y estoy riendo otra vez”.
Su tarea principal es lograr la presencia de Teen Challenge en las Redes
Sociales y en los medios masivos tradicionales. “Mucha gente no conoce
el ministerio. Ahora vamos a tener anuncios en radios y televisión
usando el servicio público de anuncios para instituciones sin fines de
lucro”, comenta con entusiasmo.
Leer más: http://protestantedigital.com/internacional/29199/Dios_le_salva_dos_veces_el_11S_en_las_Torres_Gemelas_y_luego_de_la_drogaDavid Ricca nació en
New Jersey hace 37 años. Estudió Finanzas y se convirtió en experto en
movimientos de la Bolsa de Valores. Todo parecía ir bien en su vida.
El 11 de setiembre de 2001, como cada mañana, Ricca llegó puntualmente a
las 8 a su trabajo en las oficinas de la compañía Morgan Stanley,
ubicadas en el piso 73 de una de las famosas Torres Gemelas, en el
corazón de Manhattan.
“Estaba leyendo los diarios para ver el movimiento de la bolsa de
valores. De repente escuchamos un ruido, las luces se apagaron y
volvieron a encenderse, entonces pensé que se trataba del aire
acondicionado o algo similar. Un minuto después, una persona que
trabajaba en una oficina contigua, cuyas ventanas daban al otro edificio
–Torre I-, apareció gritando, diciendo que saliéramos rápido”. Así
comienza su relato David Ricca en una entrevista para Protestante
Digital, realizada en Nueva York.
Ante los gritos de su compañero de trabajo, David miró hacia la ventana
que estaba a su derecha y vio un montón de papeles volando, como si
alguien los hubiera arrojado desde más arriba; luego corrió hacia las
escaleras. “Llevaba varios años trabajando allí y otras veces ya
habíamos tenido que bajar a causa de alguna alarma”, comenta.
“Alguien mencionó que una aeronave había impactado en la otra torre y
pensamos que tal vez se trataba de un pequeño avión que pegó sin querer
en el edificio. Comentábamos estas cosas mientras bajábamos”. Iba por el
piso treinta y pico cuando impactó el segundo avión. “Escuché el ruido
más fuerte de mi vida. El edificio se sacudió y caímos todos al piso. La
torre oscilaba y hacía un ruido que nunca olvidaré”.
CLAMAR A DIOS
David conocía acerca de Dios, pero su vida no estaba alineada con una fe
cristiana sólida. “En ese momento todos estábamos llenos de pánico y
llorábamos. Yo pensé que iba a morir y le pedí a Dios que por favor me
dejara ver a mis padres otra vez. ´No me dejes morir aquí adentro´, le
dije mientras continuábamos bajando, aterrorizados, los 30 pisos que
faltaban”. Sus padres, argentinos que viven en Estados Unidos desde hace
40 años, son cristianos. Al llegar a la calle, pudieron ver los restos
de la tragedia que se desarrollaba ante sus ojos. “Entre los dos
edificios había una plaza donde nos sentábamos a la hora del lunch.
Parecía que había habido una guerra allí… Mientras observábamos eso,
podíamos escuchar el ruido de los cuerpos de las personas que se
arrojaban desde las ventanas”.
David encontró a un amigo y lloraron abrazados. Luego comenzaron a
caminar. “Cuando estábamos a unos 300 metros, nuestro edificio se
derrumbó. Llegamos al Brooklyn Bridge y estábamos tan asustados que
pensamos en tirarnos al rio por si explotaba el puente”, comenta. Había
policías en la zona y nadie dijo que pudiera explotar el puente, por lo
tanto lo cruzaron y caminaron 5 km más hasta llegar a la casa del amigo.
“No podía comunicarme con mi familia que estaba en New Jersey; no había
comunicación fuera de Manhattan. Recién a las 8 pm pude hablar y mi
hermano dijo: ´David, tu voz se escucha más hermosa que nunca´”.
SÍNDROME POST TRAUMÁTICO
Es posible imaginar la desesperación de esta familia que durante todo el
día estuvo sin tener noticias de su hijo, así como la enorme alegría al
escuchar la voz del joven. Él, como los demás sobrevivientes del
atentado, debió recibir tratamiento prolongado -5 años- a causa del
síndrome post traumático (PTSD por sus siglas en inglés). Sentía pánico
ante cualquier ruido, sin embargo pocos días después de la catástrofe ya
estaba trabajando en una nueva oficina que alquiló la empresa.
“Parecíamos zombis –recuerda- Yo trabajaba muy bien, producía dinero,
pero viví como un zombi”. Para no quedar atrapado en el terror comenzó a
beber y luego siguió con drogas. “Quería olvidarme de todo. Antes del
9/11 yo jugaba futbol, me reía mucho, era muy feliz. Luego nada me
motivaba, solo quería trabajar y en la noche ir a fiestas, beber y
drogarme para olvidar”.
Al cabo de 5 años de tratamiento psicológico y de este ritmo de vida,
David comenzó a pensar sobre lo que estaba haciendo. “Mis padres me
preguntaban qué había pasado con el David que ellos conocían. Un día fui
a la casa de mi madre -que es una persona que ama Dios y ora mucho- y
dejé el coche en mitad de la calle. Estaba borracho, ni siquiera
recuerdo por qué fui a su casa. Cuando desperté, ella estaba orando y
llorando como nunca la había escuchado, y le decía a Dios: ´Por favor,
ayuda a mi hijo´. Eso me impactó tanto que le dije: ´Mamá, yo necesito
ayuda, vamos a buscar ayuda´”.
DIOS LE ESPERABA EN TEEN CHALLENGE
Buscando programas de rehabilitación, David postuló para varios que
ofrecen 28 días de tratamiento y cuesta 30 mil dólares, pero el seguro
no aceptó ninguno de ellos. Sus padres conocían Teen Challenge –programa
de rehabilitación cristiano fundado por David Wilkerson- y finalmente
acudieron allí. “Me aceptaron y envié por fax la renuncia a mi trabajo.
Ellos dijeron que estaba loco”. Esta respuesta es lógica si se considera
que Ricca era un trabajador eficiente, tenía una cartera de 300
clientes y manejaba más de 70 millones de dólares de estos clientes en
la bolsa de valores.
La experiencia en el centro Teen Challenge en New Jersey no fue fácil.
“Los dos primeros meses fueron muy difíciles para mí, lloraba mucho, no
sabía lo que me pasaba, pero tres o cuatro meses después le clamé a Dios
y le pedí que por favor regresara mi alegría. Allí comencé a reír con
los muchachos. Durante esta primera etapa, cada vez que tenía deseos de
irme del programa me decía a mí mismo: ´vine a esto y lo voy terminar´.
Me gradué a los 15 meses y comencé a preguntarme qué hacer. Decidí
volver a estudiar e ingresé a un Master en Psicología porque quería
comprender qué me había pasado. No pude terminar los estudios porque
debía trabajar, pero tengo intención de retomarlos pronto”.
MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Ricca ingresó en la cadena CBS en Manhatan, siguiendo en contacto con
Teen Challenge, especialmente con el pastor Rodney Hart, director de la
región de New England (que involucra 7 estados, con 14 centros de
rehabilitación) y Puerto Rico. “Yo hacía algunos trabajos para el
ministerio, siempre como voluntario en el área de Relaciones Públicas y
Medios. Pero seguía pensando qué hacer con mi vida; quería tener una
vida con propósito”, expresa.
Cuando recibió una oferta de trabajo por más de 70 mil dólares anuales
en una compañía de finanzas, llegó el momento de la decisión. “Me dije:
´Voy a trabajar por dinero y no voy a ser feliz, voy a volver a la misma
vida de antes´”. Buscó el consejo del pastor Hart y él le hizo una
oferta de trabajo.
VIDA CON PROPÓSITO
Hoy David Ricca es un hombre lleno de proyectos. Hace 7 años que se
graduó en Teen Challenge y le gusta estar en contacto con quienes están
el programa. “Conozco por lo que están pasando y me gusta animarlos,
ayudarlos para que no abandonen en la etapa de rehabilitación”, afirma.
En su vida no falta estrés, pero ahora sabe manejarlo. “Todos tenemos
estrés y para sobrellevarlo me mantengo en comunión con Dios y con los
hermanos, con los pastores. Ya sé que el dinero no me lleva a nada que
me satisfaga plenamente”, dice con convicción. “Creo que estoy sanado de
PTSD, aunque los ruidos fuertes aun me sobresaltan un poco, pero estoy
viviendo en un lugar en el que soy feliz y estoy riendo otra vez”.
Su tarea principal es lograr la presencia de Teen Challenge en las Redes
Sociales y en los medios masivos tradicionales. “Mucha gente no conoce
el ministerio. Ahora vamos a tener anuncios en radios y televisión
usando el servicio público de anuncios para instituciones sin fines de
lucro”, comenta con entusiasmo.
Leer más: http://protestantedigital.com/internacional/29199/Dios_le_salva_dos_veces_el_11S_en_las_Torres_Gemelas_y_luego_de_la_drogaDavid Ricca nació en
New Jersey hace 37 años. Estudió Finanzas y se convirtió en experto en
movimientos de la Bolsa de Valores. Todo parecía ir bien en su vida.
El 11 de setiembre de 2001, como cada mañana, Ricca llegó puntualmente a
las 8 a su trabajo en las oficinas de la compañía Morgan Stanley,
ubicadas en el piso 73 de una de las famosas Torres Gemelas, en el
corazón de Manhattan.
“Estaba leyendo los diarios para ver el movimiento de la bolsa de
valores. De repente escuchamos un ruido, las luces se apagaron y
volvieron a encenderse, entonces pensé que se trataba del aire
acondicionado o algo similar. Un minuto después, una persona que
trabajaba en una oficina contigua, cuyas ventanas daban al otro edificio
–Torre I-, apareció gritando, diciendo que saliéramos rápido”. Así
comienza su relato David Ricca en una entrevista para Protestante
Digital, realizada en Nueva York.
Ante los gritos de su compañero de trabajo, David miró hacia la ventana
que estaba a su derecha y vio un montón de papeles volando, como si
alguien los hubiera arrojado desde más arriba; luego corrió hacia las
escaleras. “Llevaba varios años trabajando allí y otras veces ya
habíamos tenido que bajar a causa de alguna alarma”, comenta.
“Alguien mencionó que una aeronave había impactado en la otra torre y
pensamos que tal vez se trataba de un pequeño avión que pegó sin querer
en el edificio. Comentábamos estas cosas mientras bajábamos”. Iba por el
piso treinta y pico cuando impactó el segundo avión. “Escuché el ruido
más fuerte de mi vida. El edificio se sacudió y caímos todos al piso. La
torre oscilaba y hacía un ruido que nunca olvidaré”.
CLAMAR A DIOS
David conocía acerca de Dios, pero su vida no estaba alineada con una fe
cristiana sólida. “En ese momento todos estábamos llenos de pánico y
llorábamos. Yo pensé que iba a morir y le pedí a Dios que por favor me
dejara ver a mis padres otra vez. ´No me dejes morir aquí adentro´, le
dije mientras continuábamos bajando, aterrorizados, los 30 pisos que
faltaban”. Sus padres, argentinos que viven en Estados Unidos desde hace
40 años, son cristianos. Al llegar a la calle, pudieron ver los restos
de la tragedia que se desarrollaba ante sus ojos. “Entre los dos
edificios había una plaza donde nos sentábamos a la hora del lunch.
Parecía que había habido una guerra allí… Mientras observábamos eso,
podíamos escuchar el ruido de los cuerpos de las personas que se
arrojaban desde las ventanas”.
David encontró a un amigo y lloraron abrazados. Luego comenzaron a
caminar. “Cuando estábamos a unos 300 metros, nuestro edificio se
derrumbó. Llegamos al Brooklyn Bridge y estábamos tan asustados que
pensamos en tirarnos al rio por si explotaba el puente”, comenta. Había
policías en la zona y nadie dijo que pudiera explotar el puente, por lo
tanto lo cruzaron y caminaron 5 km más hasta llegar a la casa del amigo.
“No podía comunicarme con mi familia que estaba en New Jersey; no había
comunicación fuera de Manhattan. Recién a las 8 pm pude hablar y mi
hermano dijo: ´David, tu voz se escucha más hermosa que nunca´”.
SÍNDROME POST TRAUMÁTICO
Es posible imaginar la desesperación de esta familia que durante todo el
día estuvo sin tener noticias de su hijo, así como la enorme alegría al
escuchar la voz del joven. Él, como los demás sobrevivientes del
atentado, debió recibir tratamiento prolongado -5 años- a causa del
síndrome post traumático (PTSD por sus siglas en inglés). Sentía pánico
ante cualquier ruido, sin embargo pocos días después de la catástrofe ya
estaba trabajando en una nueva oficina que alquiló la empresa.
“Parecíamos zombis –recuerda- Yo trabajaba muy bien, producía dinero,
pero viví como un zombi”. Para no quedar atrapado en el terror comenzó a
beber y luego siguió con drogas. “Quería olvidarme de todo. Antes del
9/11 yo jugaba futbol, me reía mucho, era muy feliz. Luego nada me
motivaba, solo quería trabajar y en la noche ir a fiestas, beber y
drogarme para olvidar”.
Al cabo de 5 años de tratamiento psicológico y de este ritmo de vida,
David comenzó a pensar sobre lo que estaba haciendo. “Mis padres me
preguntaban qué había pasado con el David que ellos conocían. Un día fui
a la casa de mi madre -que es una persona que ama Dios y ora mucho- y
dejé el coche en mitad de la calle. Estaba borracho, ni siquiera
recuerdo por qué fui a su casa. Cuando desperté, ella estaba orando y
llorando como nunca la había escuchado, y le decía a Dios: ´Por favor,
ayuda a mi hijo´. Eso me impactó tanto que le dije: ´Mamá, yo necesito
ayuda, vamos a buscar ayuda´”.
DIOS LE ESPERABA EN TEEN CHALLENGE
Buscando programas de rehabilitación, David postuló para varios que
ofrecen 28 días de tratamiento y cuesta 30 mil dólares, pero el seguro
no aceptó ninguno de ellos. Sus padres conocían Teen Challenge –programa
de rehabilitación cristiano fundado por David Wilkerson- y finalmente
acudieron allí. “Me aceptaron y envié por fax la renuncia a mi trabajo.
Ellos dijeron que estaba loco”. Esta respuesta es lógica si se considera
que Ricca era un trabajador eficiente, tenía una cartera de 300
clientes y manejaba más de 70 millones de dólares de estos clientes en
la bolsa de valores.
La experiencia en el centro Teen Challenge en New Jersey no fue fácil.
“Los dos primeros meses fueron muy difíciles para mí, lloraba mucho, no
sabía lo que me pasaba, pero tres o cuatro meses después le clamé a Dios
y le pedí que por favor regresara mi alegría. Allí comencé a reír con
los muchachos. Durante esta primera etapa, cada vez que tenía deseos de
irme del programa me decía a mí mismo: ´vine a esto y lo voy terminar´.
Me gradué a los 15 meses y comencé a preguntarme qué hacer. Decidí
volver a estudiar e ingresé a un Master en Psicología porque quería
comprender qué me había pasado. No pude terminar los estudios porque
debía trabajar, pero tengo intención de retomarlos pronto”.
MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Ricca ingresó en la cadena CBS en Manhatan, siguiendo en contacto con
Teen Challenge, especialmente con el pastor Rodney Hart, director de la
región de New England (que involucra 7 estados, con 14 centros de
rehabilitación) y Puerto Rico. “Yo hacía algunos trabajos para el
ministerio, siempre como voluntario en el área de Relaciones Públicas y
Medios. Pero seguía pensando qué hacer con mi vida; quería tener una
vida con propósito”, expresa.
Cuando recibió una oferta de trabajo por más de 70 mil dólares anuales
en una compañía de finanzas, llegó el momento de la decisión. “Me dije:
´Voy a trabajar por dinero y no voy a ser feliz, voy a volver a la misma
vida de antes´”. Buscó el consejo del pastor Hart y él le hizo una
oferta de trabajo.
VIDA CON PROPÓSITO
Hoy David Ricca es un hombre lleno de proyectos. Hace 7 años que se
graduó en Teen Challenge y le gusta estar en contacto con quienes están
el programa. “Conozco por lo que están pasando y me gusta animarlos,
ayudarlos para que no abandonen en la etapa de rehabilitación”, afirma.
En su vida no falta estrés, pero ahora sabe manejarlo. “Todos tenemos
estrés y para sobrellevarlo me mantengo en comunión con Dios y con los
hermanos, con los pastores. Ya sé que el dinero no me lleva a nada que
me satisfaga plenamente”, dice con convicción. “Creo que estoy sanado de
PTSD, aunque los ruidos fuertes aun me sobresaltan un poco, pero estoy
viviendo en un lugar en el que soy feliz y estoy riendo otra vez”.
Su tarea principal es lograr la presencia de Teen Challenge en las Redes
Sociales y en los medios masivos tradicionales. “Mucha gente no conoce
el ministerio. Ahora vamos a tener anuncios en radios y televisión
usando el servicio público de anuncios para instituciones sin fines de
lucro”, comenta con entusiasmo.
Leer más: http://protestantedigital.com/internacional/29199/Dios_le_salva_dos_veces_el_11S_en_las_Torres_Gemelas_y_luego_de_la_droga
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